lunes, 29 de enero de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Un preso llevaba años viviendo absolutamente solo en su celda. No podía ver ni hablar con nadie, y le servían la comida a través de un ventanuco que había en la pared.


Un día entró una hormiga en su celda. El hombre contemplaba fascinado cómo el insecto se arrastraba por el suelo, lo tomaba en la palma de su mano para observarlo mejor, le daba un par de migas de pan y lo guardaba por la noche bajo su taza de hojalata.


Y un día, de pronto, descubrió que había tardado diez largos años de reclusión solitaria en comprender el encanto de una hormiga.


Cuando, una hermosa tarde de primavera, fue un amigo del pintor español El Greco a visitar a éste en su casa, lo encontró sentado en su habitación con las cortinas echadas.


“¿Por qué no sales a tomar el sol?”, le preguntó.


“Ahora no”, respondió El Greco. “No quiero perturbar la luz que brilla en mi interior”.


Anthony De Mello





***












"Es muy frecuente que este tipo de oración no necesite ningún contenido de palabras, ni siquiera de ideas; es un prolongado grito silencioso que sale de nuestro desamparo, como salía el grito de Jesús en Getsemaní. 


Es un modo de orar muy simple, que se reduce a estar con el Señor en la oscuridad del Huerto, compartiendo con Él su noche oscura y su obediencia costosa, que es la nuestra. 


Entonces nuestra oración se convierte en lucha, oscuridad e impotencia, y se reduce a decir con nuestra presencia: «Padre, no se cumpla mi voluntad, sino la tuya». 


Y la mirada de fe que sostiene esta oración elimina cualquier sospecha de que estemos ante una prueba o un castigo, porque cuando Dios, por medio del Espíritu Santo, le otorga a una persona el don de la oración, le regala la participación en los sentimientos y vivencias de Cristo, haciéndole participar de su amor al Padre y a los hombres, de su dolor ante el pecado, de sus ansias de redención...»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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