"¿Para que sirve un Maestro?, preguntó alguien
Y un discípulo respondió: Para enseñarte lo que siempre has sabido; para mostrarte lo que siempre has estado mirando.
Y como la respuesta dejó perplejo al visitante, añadió el discípulo:
Con sus pinturas, un artista me enseñó a ver la puesta del sol. Con sus enseñanzas, el Maestro me ha enseñado a ver la realidad de cada momento.»
Anthony De Mello
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"Entendido de esta manera, el reconocimiento de la propia pobreza no es una mera afirmación formal de limitación o de pecado, sino el resultado de abrir los ojos y aceptar mantenerlos abiertos ante la verdad de lo que uno es en lo más profundo de su ser; algo que lleva al descubrimiento sangrante del mal que marca la propia vida, pero que se percibe con paz y gozo, aunque con un dolor extremo, porque se ve con los ojos de Dios y se reconoce como lo que nos hace pobres y vulnerables ante Él, que es la Misericordia.
En la práctica, esto supone dejar que la vida me machaque y me aniquile hasta reducirme a polvo, reconociendo en el polvo mi ser más verdadero, porque soy polvo «Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado; pues eres polvo y al polvo volverás». Porque soy polvo, indigno de dirigirme a Dios o de alabarle».
Fundamentos-Contemplativos en el mundo
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