lunes, 30 de abril de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Un obispo se arrodilló un día delante del altar y, en un arranque de fervor religioso, empezó a golpearse el pecho y a exclamar: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador! ¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!..”


El párroco de la iglesia, movido por aquel ejemplo de humildad, se hincó de rodillas junto al obispo y comenzó igualmente a golpearse el pecho y a exclamar: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador! ¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!..”.


El sacristán, que casualmente se encontraba en aquel momento en la iglesia, se sintió tan impresionado que, sin poder contenerse, cayó también de rodillas y empezó a golpearse el pecho y a exclamar: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!..”


Al verlo, el obispo le dio un codazo al párroco y, señalando con un gesto hacia el sacristán, sonrió sarcásticamente y dijo: “¡Mire quién se cree un pecador...!”.


Anthony De Mello






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"Y, del mismo modo, las personas, las circunstancias o los acontecimientos son otros tantos modos de presencia del Amado que, detrás de todo, invita a la comunión de vida y amor con Él. 


El contemplativo secular, enamorado del Amor, busca en todo la huella del Dios por quien suspira, para poder adorarlo en todo momento y circunstancia. 


Una adoración que no es estática o formal, sino vital, que consiste en buscar en cada instante la voluntad divina para hacer de la propia vida una ofrenda agradable a Dios.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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