“Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para salir a buscarlo”. “Permiso denegado”, replicó el oficial. “No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto”.
El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió, y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.
El oficial estaba furioso: “¡Ya le dije yo que había muerto! ¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?”.
Y el soldado, moribundo, respondió: “¡Claro que sí, señor! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: "Jack... estaba seguro de que vendrías"“.
Anthony De Mello
***
"Y cuando llegue el momento previsto para la oración, dejaré lo que esté haciendo para acudir a la «cita» con el Señor.
También me puede ayudar el organizarme de tal modo que resulte imposible hacer ningún otro trabajo en ese tiempo, por urgente o importante que parezca.
También me puede ayudar el organizarme de tal modo que resulte imposible hacer ningún otro trabajo en ese tiempo, por urgente o importante que parezca.
La fidelidad a un plan ordenado y serio me irá descubriendo que es inútil pensar en los problemas o quehaceres urgentes o que tengo pendientes, porque no voy a dejar la oración para dedicarme a ellos.
Cuando llegue al convencimiento de que no voy a cambiar la oración por otra actividad, no será difícil concluir que «puesto que no tengo otra cosa que hacer en este momento, ¡vale la pena rezar!».
Fundamentos-Contemplativos en el mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario