"Decía un violinista mundialmente famoso acerca de su genial interpretación del Concierto para Violín de Beethoven:
“Tengo una espléndida música, un espléndido violín y un espléndido arco.
Todo lo que tengo que hacer es reunirlos y quitarme de en medio”.
Anthony De Mello
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"No es verdadero el silencio tenso, taciturno, costoso o realizado como pura disciplina o como mero ejercicio ascético; sino que ha de ser una escucha amorosa, con todo lo que tiene de duro y desgarrador, porque supone estar en permanente atención al «susurro» de Dios (cf. 1Re 19,12) en medio de un mundo en extremo bullicioso.
El auténtico silencio nos abre a la paz, a la adoración y, al amor; y, así, nos lleva a Dios, para que nos introduzca en su propio silencio trinitario.
El silencio del contemplativo no tiene nada que ver con las diversas formas de mutismo inspiradas en las filosofías o místicas orientales, que buscan el silencio como vaciamiento.
El silencio cristiano es todo lo contrario: plenitud, presencia, amor; algo que, cuanto más profundo es, menos palabras necesita para expresarse.»
El auténtico silencio nos abre a la paz, a la adoración y, al amor; y, así, nos lleva a Dios, para que nos introduzca en su propio silencio trinitario.
El silencio del contemplativo no tiene nada que ver con las diversas formas de mutismo inspiradas en las filosofías o místicas orientales, que buscan el silencio como vaciamiento.
El silencio cristiano es todo lo contrario: plenitud, presencia, amor; algo que, cuanto más profundo es, menos palabras necesita para expresarse.»
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