viernes, 10 de junio de 2022

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Cuenta la historia que, antes de que Moisés sacara a su pueblo del país de Egipto, estuvo con un gran Maestro preparándose para ser profeta, y que la primera disciplina que el Maestro le impuso a Moisés fue la del silencio.


Un día, recorriendo los dos el país, Moisés quedó tan deslumbrado por las bellezas de la naturaleza que le resultó fácil guardar silencio.


Pero, cuando llegaron a la orilla de un río, vio cómo un niño se estaba ahogando cerca de la otra orilla mientras su pobre madre se desgañitaba pidiendo ayuda.


Al ver aquello, Moisés no pudo permanecer en silencio. 


«Maestro», dijo, «¿no puedes hacer algo para salvar a ese niño?» «¡Silencio!», le dijo el Maestro.


Y Moisés contuvo su respiración.


Pero en su corazón estaba inquieto, porque pensaba: «¿Será posible que mi Maestro sea en realidad un hombre cruel e insensible? ¿O acaso es impotente para socorrer a los que necesitan ayuda?»


Le daba miedo pensar semejantes cosas acerca de su Maestro, pero no podía evitarlo.


Siguieron andando y llegaron a la orilla del mar, desde donde vieron cómo estaba hundiéndose un barco con toda su tripulación a bordo.


Moisés dijo: «¡Mira, Maestro: ese barco está hundiéndose!» Y, una vez más, el Maestro le ordenó observar la disciplina del silencio, de modo que Moisés no volvió a hablar.


Pero su corazón estaba profundamente agitado. Por eso, cuando estuvieron de regreso en casa, quiso tratar el asunto directamente con Dios, el cual le dijo:


«Tu Maestro tenía razón. El niño que estaba ahogándose habría ocasionado, de haberse salvado, una guerra entre dos naciones en la que habrían perecido centenares de miles de personas.


Al ahogarse, se ha evitado ese desastre. 


Por lo que se refiere al barco, estaba tripulado por unos piratas que planeaban saquear una ciudad de la costa y matar a muchas personas inocentes y pacíficas.»


El servicio sólo es una virtud cuando le acompaña la sabiduría."


Anthony De Mello





***











 "Es una perogrullada decir que, en el actual momento histórico, la familia humana corre el peligro inminente de una total destrucción. 



Podríamos referirnos a la guerra nuclear, el terrorismo internacional, la degradación del medio ambiente, el desprecio de la dignidad humana, la tortura sistemática, la desenfrenada carrera de armamentos y tantísimas otras tendencias hacia la deshumanización. 



El problema fundamental es que hemos perdido el sentido de la dignidad humana.»



Enamorarse de Dios-William Johnston



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