viernes, 1 de abril de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino


"El carpintero que habí­a contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer dí­a de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se niega a arrancar. 

Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invito a conocer a su familia. Mientras nos dirigí­amos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. 


Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el carro. 


Cuando pasamos cerca del árbol, sentí­ curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo habí­a visto hacer un rato antes. 


¡Ah! Ese es mi árbol de problemas. – contestó – Se que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así­ que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa.
Luego en la mañana los recojo otra vez. 


Y continuó sonriendo: Lo divertido es que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior. Los árboles más viejos dan los frutos más dulces. 


Todos los problemas tienen la misma raí­z: el miedo, que desaparece gracias al amor; pero el amor nos da miedo. 


Si exagerásemos nuestras alegrí­as, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderí­an importancia."


Anatole France







***













"No te intereses mucho en conseguir cosas nuevas, ya sean vestidos o amigos. Da vuelta los viejos vestidos; vuelve a los viejos amigos. 

Las cosas no varían, nosotros sí. Vende tus ropas y conserva tus pensamientos. Dios verá que no te haga falta la sociedad. 

Si yo estuviera confinado en el rincón de una buhardilla de por vida, igual que una araña, el mundo sería para mí exactamente tan grande como antes, mientras mantuviera mis pensamientos conmigo.»

Henry Thoraud-Walden. La Vida en los Bosques


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