"Había una vez un pequeño gorrión que, cuando retumbaba el trueno de la tormenta, se acostaba en el suelo y levantaba sus patitas hacia el cielo.
«¿Por qué haces eso?” le preguntó un zorro.
«¡Para proteger a la tierra, que contiene muchos seres vivos!” contestó el gorrión”. Si por desgracia el cielo se desplomara de repente, ¿te das cuenta de lo que ocurriría? Por eso levanto mis patas para sostenerlo.
«¿Con tus flacas patitas quieres sostener el inmenso cielo?” preguntó el zorro.
El gorrión contestó:
«Aquí abajo, cada uno tiene su propio cielo.»
Cuento popular turco
***
"Todo lo que me libera del tiempo y del espacio me aleja de la velocidad.
Para quien no lo haya experimentado nunca, la simple descripción del estado del caminante se ve enseguida como un absurdo, una aberración, una servidumbre voluntaria.
Porque, espontáneamente, el urbanita interpreta en términos de privación lo que para el caminante es una liberación: no estar ya atrapado en la tela de los intercambios, no verse reducido a un nudo de la red que redistribuye informaciones, imágenes y mercancías; darse cuenta de que todo ello solo tiene la realidad y la importancia que yo le otorgue.
Mi mundo no solamente no se derrumba por no estar conectado, sino que esas conexiones se me antojan de pronto lazos opresivos, agobiantes, demasiado estrechos.»
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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