domingo, 22 de mayo de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Al atacar a un rebaño, una tigresa dio a luz y poco después murió. El cachorro creció entre las ovejas y llegó él mismo a tomarse por una de ellas, y como una oveja llegó a ser considerado y tratado por el rebaño.


Era sumamente apacible, pacía y balaba, ignorando por completo su verdadera naturaleza. Así transcurrieron algunos años.


Un día llegó un tigre hasta el rebaño y lo atacó. Se quedó estupefacto cuando comprobó que entre las ovejas había un tigre que se comportaba como una oveja más. No pudo por menos que decirle:


--Oye, ¿por qué te comportas como una oveja, si tú eres un tigre?
Pero el tigre-oveja baló asustado.


Entonces el tigre lo condujo ante un lago y le mostró su propia imagen.
Pero el tigre-oveja seguía creyéndose una oveja, hasta tal punto que cuando el tigre recién llegado le dio un trozo de carne ni siquiera quiso probarla.


--Pruébala -le ordenó el tigre.
Asustado, sin dejar de balar, el tigre-oveja probó la carne. En ese momento la carne cruda desató sus instintos de tigre y reconoció de golpe su verdadera y propia naturaleza.


El Maestro dice: El ser humano común está tan identificado con la burda máscara de su personalidad y su ego que desconoce su genuina y real naturaleza.»


Cuentos clásicos de la India







***













"Lo primero que advertimos es una especie de respiración de los oídos: recibimos el silencio como un gran viento fresco que dispersa las nubes. 


Está el silencio de los bosques. Las arboledas forman a nuestro alrededor paredes móviles, inciertas. Caminamos por senderos trazados, estrechas franjas de tierra serpenteantes. Pronto perdemos el sentido de la orientación. 


El silencio entonces se hace trémulo, inquieto.


Está el silencio de las duras caminatas en las tardes de verano, por paredes montañosas y senderos pedregosos, a descubierto bajo un sol de justicia. 


Silencio deslumbrante, mineral y opresivo. Solo se oye el leve crujido de las piedras. Silencio implacable, definitivo, como una muerte transparente. El cielo es de un azul perfectamente nítido. Y avanzamos con la mirada baja, tranquilizándonos a veces con un mascullar sordo. 


El cielo sin nubes y las rocas calcáreas tienen una presencia plena: silencio del que nada desborda. Silencio colmado, inmovilidad vibrante, tensa como la cuerda de un arco.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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