"Un hombre se perdió en el desierto. Estaba a punto de perecer de sed cuando aparecieron algunas mujeres que venían en una caravana. El hombre, al borde de la muerte, gritó pidiendo auxilio.
Cuando las mujeres se aproximaron a él y lo rodearon, pidió urgentemente agua. Las mujeres empezaron a mirarlo con detenimiento y comenzaron a preguntarse cómo querría el hombre que le sirvieran el agua.
¿Preferiría en copa de cristal o en una taza?, ¿en un recipiente de oro o de plata?, ¿tal vez en una jarra?
Ellas hablaban y hablaban interesándose por el objeto, pero, entretanto, el hombre iba agonizando por la ausencia de agua.
El Maestro dice: Hay un área de ignorancia en la mente humana que la inclina a lo irrelevante y trivial, obnubilando la consciencia de lo Real.»
Cuentos clásicos de la India
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"Para explicar el increíble desarrollo de este destino, surgido tardíamente, se invocan razones de comodidad. Por supuesto, se trataba de un santo importante, pero, sobre todo, su tumba era quizá de más fácil acceso (puertos de montaña más accesibles, regiones tranquilas) que las de san Pedro o san Pablo (aunque la distancia, desde el norte, fuera más o menos la misma), y en cualquier caso desde luego estaba más cerca que Jerusalén.»
Otras razones, más misteriosas y poderosas, explican el éxito de la peregrinación jacobea: es el esplendor mismo del camino y del relato. En el caso de Roma y Jerusalén, ambas ciudades poseen una intensidad mística tal que el camino para llegar hasta ellas nunca puede ser más que una larga serie, casi indiferente, de señales, de mediaciones.
El lugar en sí irradia de tal manera que quema la singularidad de las etapas que llevan hasta él. Tanto más cuanto que, in situ, se establece también un recorrido."
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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