miércoles, 8 de junio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Era un yogui errante que había obtenido un gran progreso interior.
Se sentó a la orilla de un camino y, de manera natural, entró en éxtasis.


Estaba en tan elevado estado de consciencia que se encontraba ausente de todo lo circundante. Poco después pasó por el lugar un ladrón y, al verlo, se dijo: 


“Este hombre, no me cabe duda, debe ser un ladrón que, tras haber pasado toda la noche robando, ahora se ha quedado dormido. Voy a irme a toda velocidad no vaya a ser que venga un policía a prenderle a él y también me coja a mí”. Y huyó corriendo. 


No mucho después, fue un borracho el que pasó por el lugar.
Iba dando tumbos y apenas podía tenerse en pie. Miró al hombre sentado al borde del camino y pensó: “Éste está realmente como una cuba. Ha bebido tanto que no puede ni moverse”.


Y, tambaleándose, se alejó. Por último, pasó un genuino buscador espiritual y, al contemplar al yogui, se sentó a su lado, se inclinó y besó sus pies.


El Maestro dice: Así como cada uno proyecta lo que lleva dentro, así el sabio reconoce al sabio.»


Cuentos clásicos de la India







***














"Caminar interminablemente, hacer pasar por los poros de la piel la altura de las montañas cuando uno se enfrenta a ellas durante mucho tiempo, respirar largas horas la forma de las colinas al descender largo rato sus vertientes. 


El cuerpo se hace masa de la tierra que pisa. Y así, progresivamente, ya no habita el paisaje: es el paisaje. 


No es que se disuelva a la fuerza, como si el caminante se desvaneciera y pasara a ser una simple inflexión, una línea más. Porque en el caminante, de pronto esta relación se ilumina. 


Es como un instante que estalla. Fuego brusco: el tiempo se incendia. Entonces, el sentimiento de eternidad es de pronto esa vibración de las presencias. 


La eternidad, aquí, como un destello.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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