martes, 23 de agosto de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino


"Un guerrero de fama y fuerte carácter luego de recorrer un largo camino se dirige a una escarpada montaña, lugar de habitación de un solitario y sabio maestro del budismo (probablemente un sacerdote).


Cuando llega a la morada del sabio luego de una agotadora jornada saluda respetuosamente al monje, el cual guarda silencio sin moverse de su posición.


Luego le dice: He venido hasta aquí desde muy lejos para saber de un sabio como Usted ¿cuál es el camino hacia el cielo y el infierno?. El monje impasible mantuvo el silencio sin mirarlo siquiera. El guerrero algo irritado le increpa diciendo: ¡He subido esta escarpada montaña, he recorrido un largo camino en busca de sabiduría y quiero que me responda ¿cuál es el camino entre el cielo y el infierno?!. 


El monje no mostró siquiera un cambio de actitud, como si fuera una escultura. El guerrero reaccionó sulfurado e iracundo diciendo: ¡¡He hecho un gran esfuerzo por estar aquí, no permitiré que me faltes así el respeto!! y levantó su espada con la cierta intención de darle muerte. En ese momento el monje levanta su mano indicando con su dedo índice al guerrero y exclama con voz firme: ¡Ese es el camino del infierno! 


Sorprendido y avergonzado el guerrero envaina lentamente espada. El monje con voz tranquila le dice: Ese es el camino del cielo.»


Cuentos Zen







***













"Subversión de la velocidad. Entre la multitud todos tienen prisa, todos quieren ir rápido y, a la vez, se ven trabados. El flâneur, en cambio, no tiene que ir aquí ni allá. Entonces se detiene ante los juegos de luces, lo retienen los rostros, afloja el paso en las intersecciones. 


Pero, al resistir a la velocidad de la obsesión por el negocio, su lentitud se convierte en la condición de una agilidad superior: la de la mente. Pues la mente captura imágenes al vuelo. 


El transeúnte presuroso conjuga los andares rápidos con el embrutecimiento de la mente. Solo quiere ir deprisa, y su mente da vueltas en el vacío, ocupada únicamente en calcular intersticios. 


El flâneur ralentiza el cuerpo, pero sus ojos van y vienen sin cesar, y su mente se asombra de mil cosas a la vez.»             


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


No hay comentarios:

Publicar un comentario