sábado, 13 de mayo de 2017

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Era un gozo contemplar cómo el Maestro realizaba los actos más sencillos, desde sentarse o pasear hasta tomar una taza de té o espantar una mosca. Hiciera lo que hiciera, evidenciaba una gracia especial que le hacía parecer en perfecta armonía con la naturaleza, como si sus actos no fueran realizados por él, sino por el Universo.

En cierta ocasión le entregaron un paquete, y los discípulos, embelesados, estuvieron contemplando reverentemente cómo desataba la cuerda, abría el embalaje y extraía el contenido como si el paquete fuera una criatura viva.

Anthony De Mello






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"En este sentido resulta muy iluminador el testimonio de santa Teresa del Niño Jesús:


¡Qué gracia más grande cuando por la mañana nos encontramos sin ánimo y sin fuerzas para practicar la virtud! [...]


En lugar de perder el tiempo en reunir algunas pepitas de oro, extraemos diamantes (Carta 40).


¡Oh, cómo cuesta dar a Jesús lo que pide! ¡Qué dicha que esto cueste! [...] ¡...la prueba que Jesús nos envía es una mina de oro sin explotar! ¿Perderemos la ocasión?... El grano de arena quiere poner manos a la obra sin alegría, sin ánimo, sin fuerzas, y todos estos títulos le facilitarán la empresa; quiere trabajar (Carta 59).


Rogad [...] para que el grano de arena esté siempre en el lugar que le corresponde, es decir, bajo los pies de todos. Que nadie piense en él, que su existencia sea, por decirlo así, ignorada... El grano de arena no desea ser humillado; eso es todavía demasiado glorioso, pues para ello sería necesario ocuparse de él. 


Él no desea más que una cosa: ¡ser olvidado, ser tenido en nada!... Pero desea ser visto por Jesús (Carta 84).
La gloria de mi Jesús, ¡he ahí todo! En cuanto a la mía, se la entrego a Él; y si parece que me olvida, pues bien, Él es libre de hacerlo, puesto que no soy mía sino suya... 


¡Antes se cansará Él de hacerme esperar que yo de esperarle!... (Carta 81). La aridez más absoluta y casi el abandono fueron mi patrimonio. Jesús, como siempre, continuamente dormido en mi navecilla. [...] 


Puede ser que Jesús (dormido) no se despierte hasta mi gran retiro de la eternidad. Pero esto en lugar de entristecerme, me causa un grandísimo consuelo (Manuscrito A, 75).»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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