"Una pulga decidió trasladarse con su familia a la oreja de un elefante. De modo que le dijo a éste: “Señor Elefante, mi familia y yo pensamos mudarnos a vivir a su oreja, y he pensado que debía decírselo a usted y darle una semana para que lo piense y me haga saber si tiene alguna objeción que poner”.
El elefante, que ni siquiera era consciente de la existencia de la pulga, no se dio por enterado; y la pulga, después de observar escrupulosamente el plazo establecido de una semana, dio por supuesto el consentimiento del elefante y se trasladó.
Un mes más tarde, la señora pulga decidió que la oreja del elefante no era un lugar saludable para vivir e hizo ver a su marido la conveniencia de una nueva mudanza.
El señor pulga le pidió a su mujer que aguantara al menos otro mes para no herir los sentimientos del elefante.
Finalmente, se lo dijo con toda la diplomacia de que fue capaz: “Señor Elefante, hemos pensado cambiar de vivienda. Naturalmente, no tenemos ninguna queja de usted, porque su oreja es espaciosa y confortable.
Lo único que ocurre es que mi esposa preferiría estar al lado de sus amigas, que viven en la pata del búfalo. Si tiene usted alguna objeción que hacer a nuestro traslado, hágamelo saber a lo largo de esta semana”.
El elefante no dijo ni palabra, y la pulga cambió de residencia con la conciencia tranquila.
Si el universo no es consciente de tu existencia, ¡tranquilo!
Anthony De Mello
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L) Misiones y vocaciones particulares
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