lunes, 11 de junio de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Bankei, el Maestro Zen, es conocido por no haber creado escuela: ni dejó una sola obra escrita ni tuvo discípulos. Fue como un pájaro, que no deja huella de su vuelo a través del cielo.


Se decía de él que, cuando entraba en el bosque, no movía ni una brizna de hierba; y cuando entraba en el agua, no provocaba una sola onda.


Bankei no mortificó a la tierra. Ninguna hazaña o proeza, ningún logro y ninguna espiritualidad es comparable a esto: no mortificar a la tierra.


Un hombre se presentó ante Buda con una ofrenda de flores en las manos. Buda lo miró y dijo: “¡Suéltalo!”.


El hombre no podía creer que se le ordenara dejar caer las flores al suelo. Pero entonces se le ocurrió que probablemente se le estaba insinuando que soltara las flores que llevaba en su mano izquierda, porque ofrecer algo con la mano izquierda se consideraba de mala suerte y como una descortesía. 


De modo que soltó las flores que sostenía en su mano izquierda.


Pero Buda volvió a decir: “¡Suéltalo!”.


Esta vez dejó caer todas las flores y se quedó con las manos vacías delante de Buda, que, sonriendo, repitió: “¡Suéltalo!”.


Totalmente confuso, el hombre preguntó: “¿Qué se supone que debo soltar?”.


“No las flores, hijo, sino al que las traía”, respondió Buda.”


Anthony De Mello





***










B) Oración


«El contemplativo secular tiene que desarrollar una vida de oración profunda y permanente en medio de ocupaciones que tienden a ser agobiantes, cuando no frenéticas. 


Esto le obliga a romper el ritmo que imprime el mundo a las actividades y adquirir un ritmo diferente, el ritmo de Dios; sin que, para ello, tenga de dejar de cumplir sus responsabilidades. 


Debemos ser conscientes de la tendencia que tenemos a trabajar con prisas, a movernos por urgencias, a acumular actividades o a dejar cosas a medias.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo



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