domingo, 14 de agosto de 2022

Guía diaria para acompañarnos en el camino



«Hay un estado además de esos dos. Descúbrelo. Es el único real.»


Los que no han alcanzado la iluminación se consideran despiertos y, en su locura, llaman buenas a unas personas y malas a otras, alegres a unos acontecimientos y tristes a otros.


Los verdaderamente despiertos ya no están a merced de la vida y la muerte, del crecimiento y la decadencia, del éxito y el fracaso, de la pobreza y la riqueza, del honor y el deshonor.


Para ellos, ni siquiera el hambre, la sed, el calor y el frío, que experimentan como algo transitorio en el río de la vida, duran indefinidamente.


Han llegado a darse cuenta de que nunca es necesario cambiar lo que ven, sino tan sólo la forma en que lo ven.


Y así llegan a asumir la cualidad del agua, que es suave y manejable y, a la vez, de una fuerza irresistible: que no se esfuerza y, sin embargo, beneficia a todos los seres.


Gracias a su acción desinteresada, otros son transformados; gracias a su desprendimiento, el mundo entero prospera; gracias a su ausencia de codicia, otros no sufren daño alguno.


El agua es extraída del río para regar los campos. Al agua le da absolutamente lo mismo estar presente en el río o en los campos.


Así es como los que han alcanzado la iluminación actúan y viven apacible e intensamente de acuerdo con su destino.


Son ellos los únicos que se convierten en los enemigos implacables de la sociedad, la cual odia la flexibilidad y ama la reglamentación, el orden y la rutina, la ortodoxia y la conformidad."


Anthony De Mello





***











 "Huelga decir que esto presupone un grupo de personas que se aman mutuamente, oran en común y permanecen atentas a la intervención del Espíritu en la comunidad, siendo además sensibles a los dones carismáticos de sus miembros. 



Yo no puedo darte ningún consejo concreto acerca de ese proceso, Thomas; pero te invito a que lo tengas en cuenta durante tu oración y reflexiones sobre él, ya que el discernimiento comunitario es la vía del futuro.»



William Johnston-enamorarse de Dios




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