«Hay un estado además de esos dos. Descúbrelo. Es el único real.»
Los que no han alcanzado la iluminación se consideran despiertos y, en su locura, llaman buenas a unas personas y malas a otras, alegres a unos acontecimientos y tristes a otros.
Los verdaderamente despiertos ya no están a merced de la vida y la muerte, del crecimiento y la decadencia, del éxito y el fracaso, de la pobreza y la riqueza, del honor y el deshonor.
Para ellos, ni siquiera el hambre, la sed, el calor y el frío, que experimentan como algo transitorio en el río de la vida, duran indefinidamente.
Han llegado a darse cuenta de que nunca es necesario cambiar lo que ven, sino tan sólo la forma en que lo ven.
Y así llegan a asumir la cualidad del agua, que es suave y manejable y, a la vez, de una fuerza irresistible: que no se esfuerza y, sin embargo, beneficia a todos los seres.
Gracias a su acción desinteresada, otros son transformados; gracias a su desprendimiento, el mundo entero prospera; gracias a su ausencia de codicia, otros no sufren daño alguno.
El agua es extraída del río para regar los campos. Al agua le da absolutamente lo mismo estar presente en el río o en los campos.
Así es como los que han alcanzado la iluminación actúan y viven apacible e intensamente de acuerdo con su destino.
Son ellos los únicos que se convierten en los enemigos implacables de la sociedad, la cual odia la flexibilidad y ama la reglamentación, el orden y la rutina, la ortodoxia y la conformidad."
Anthony De Mello
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"Huelga decir que esto presupone un grupo de personas que se aman mutuamente, oran en común y permanecen atentas a la intervención del Espíritu en la comunidad, siendo además sensibles a los dones carismáticos de sus miembros.
Yo no puedo darte ningún consejo concreto acerca de ese proceso, Thomas; pero te invito a que lo tengas en cuenta durante tu oración y reflexiones sobre él, ya que el discernimiento comunitario es la vía del futuro.»
William Johnston-enamorarse de Dios

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