«Escucháis», dijo el Maestro, «no para descubrir nada nuevo, sino para dar con algo que confirme lo que pensáis.
Y contó la historia de aquel rey que, al pasar por una pequeña ciudad, vio que por todas partes había señales de la presencia en ella de alguien dotado de una asombrosa puntería: en árboles, vallas y paredes había infinidad de dianas con un agujero de bala en el mismísimo centro.
Cuando quiso que le presentaran a tan extraordinario tirador, éste resultó ser un muchacho de diez años.
«¡Es increíble!», dijo el rey asombrado. « ¿Cómo demonios lo haces?»
«Es muy fácil, Majestad», le respondió. «Primero disparo, y luego dibujo la diana».
«Lo mismo hacéis vosotros: primero sacáis vuestras conclusiones, y luego construís en torno a ellas vuestras premisas», dijo el Maestro.
«¿Acaso no es así cómo os las ingeniáis para aferraros a vuestra religión o a vuestra ideología?»
Anthony De Mello
***
"Dios, vida, amor, evolución, ¿cuatro términos para la misma realidad?
Sí. Dios es inseparable de la evolución. Dios es el ir y venir. Dios es el nacer y morir.
Es el bailarín que danza la evolución.
No tiene sentido un bailarín sin danza, y tampoco se puede pensar en una danza sin bailarín.
De esa manera, Dios y evolución forman un conjunto; lo uno es impensable sin lo otro.»
La ola es el mar-Willigis Jager

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