"…O a simples apariencias...
"Una niña acompañó a su padre a la Casa Blanca a ver al Presidente Lincoln, de quien le habían dicho que no era precisamente un dechado de hermosura.
Lincoln sentó a la niña sobre sus rodillas y estuvo charlando con ella un buen rato, con su proverbial afabilidad y talante festivo.
De pronto, la niña le gritó a su padre: «¡Papi, no es verdad que sea feo! ¡Es francamente guapo!»
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