miércoles, 28 de noviembre de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino





"He aquí una historia que un Maestro contaba a sus discípulos para mostrarles lo dañoso que un simple e insignificante apego puede resultar para quienes han llegado a ser ricos en dones espirituales.


En cierta ocasión, un aldeano, montado en su asno, pasaba por delante de una cueva que había en la montaña, en el preciso momento en que la cueva, por arte de magia, y como ocurría muy raras veces, se abría para que entrara en ella quien quisiera enriquecerse con sus tesoros.


El hombre se introdujo en la cueva y se encontró ante verdaderas montañas de joyas y piedras preciosas con las que se apresuró a llenar las alforjas de su asno, porque sabía que, según la leyenda, la cueva sólo permanecería abierta durante unos breves instantes, de modo que había que darse prisa para hacerse con el tesoro.


Una vez cargado el asno, el hombre salió de allí felicitándose por su buena suerte; pero, de pronto, recordó que se había dejado el bastón en la cueva. 


Entonces volvió sobre sus pasos y se introdujo otra vez en la cueva. Pero había llegado el momento en que la cueva debía cerrarse de nuevo, con lo que el hombre desapareció en su interior y nunca más se le volvió a ver.


Después de esperar su regreso durante casi dos años, los habitantes de la aldea vendieron el tesoro que habían encontrado a lomos del asno, convirtiéndose en los auténticos beneficiarios de la buena suerte del infortunado aldeano.


Cuando el gorrión hace su nido en el bosque, no ocupa más que una rama.


Cuando el ciervo apaga su sed en el río, no bebe más que lo que le cabe en la panza.


Nosotros acumulamos cosas porque tenemos el corazón vacío.”


Anthony De Mello





***











"El logro más grande de la humanidad no está en sus obras de arte, ciencia o tecnología, sino en reconocer su propia disfunción, su locura. 


Algunos individuos del pasado remoto tuvieron ese reconocimiento. Un hombre llamado Gautama Siddhartha, quien vivió en la India hace 2.600 años, fue quizás el primero en verlo con toda claridad. Más adelante se le confirió el título de Buda. 


Buda significa "el iluminado". Por la misma época vivió en China otro de los maestros iluminados de la humanidad. Su nombre era Lao Tse. Dejó el legado de sus enseñanzas en el Tao Te Ching, uno de los libros espirituales más profundos que haya sido escrito.»


Una nueva tierra- Eckhart Tolle


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