miércoles, 22 de junio de 2022

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Todos los meses, el discípulo refería fielmente por escrito a su Maestro sus progresos espirituales.


El primer mes escribió: «Siento una expansión de la conciencia y experimento mi unión con el universo”


El Maestro leyó la nota y la arrojó al cesto de los papeles.


Al mes siguiente escribió esto otro: «Al fin he descubierto que la divinidad está presente en todas las cosas”


El Maestro parecía estar tremendamente decepcionado.


En su tercera carta, el discípulo explicaba entusiasmado: «El misterio del Uno y lo múltiple le ha sido revelado a mi asombrada mirada».


El Maestro bostezó.


La siguiente carta decía: «Nadie nace, nadie vive y nadie muere, porque el yo no existe”


El Maestro, desesperado, alzó sus manos al cielo.


Luego pasó un mes, dos meses, cinco meses, un año...


El Maestro pensó que había llegado el momento de recordar a su discípulo su obligación de mantenerle informado de sus progresos espirituales.


Y el discípulo contestó a vuelta de correo: «¿Y a quién le importa?»


Cuando el Maestro leyó estas palabras, se iluminó su rostro de satisfacción y dijo:


«¡Gracias a Dios, al fin lo ha logrado!»


Incluso el suspirar por la libertad es una servidumbre. 


Nunca serás verdaderamente libre mientras te preocupe saber si lo eres o no lo eres.


Sólo los satisfechos son libres."


Anthony De Mello





***











 "La voz interior de Sócrates era, a buen seguro, un don carismático de discernimiento, don que algunos poseen desde sus más tiernos años.



Observamos algo parecido en Juana de Arco. 



Si te encuentras con un cristiano que disfruta de ese don, recuerda que la gracia jamás destruye tales carismas, sino que los transforma. 



Son hermosos dones, aunque a veces lleven a la muerte de quien los posee. 



Volvamos ahora al tema que nos ocupa.»



Enamorarse de Dios-William Johnston



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