"La obra estaba en plena representación en el teatro del pueblo cuando, de pronto, cayó el telón y salió al proscenio el director.
“Señoras y señores”, dijo, “me apena profundamente tener que decirles que el protagonista, nuestro queridísimo alcalde, acaba de sufrir un fatal ataque al corazón en su camerino. Por lo tanto, nos vemos obligados a suspender la representación”.
Una mujer se levantó y gritó agitadísima: “¡Rápido! ¡Que le den caldo de pollo!”.
“Señora”, dijo el director, “el ataque ha sido fatal. ¡El alcalde ha muerto!”.
“¡Entonces, que se lo den enseguida!”.
El director estaba que mordía: “Señora”, suplicó, “¿quiere usted decirme qué bien puede hacerle a un hombre muerto un caldo de pollo?
Al escuchar aquello, una corpulenta mujer de media edad que se encontraba en la primera fila: “¿Y qué mal puede hacerle?”, gritó ella.
El caldo de pollo es para los muertos lo que la religión es para los inconscientes, cuyo número, por desgracia, es infinito."
Anthony De Mello
***
"En síntesis, todo lo que está aconteciendo puede resumirse de un modo sencillo: la absolutización de la mente –por el olvido de la consciencia– condujo a una visión determinada que –no podía ser de otro modo– permeó todos los campos del saber – filosófico, teológico, psicológico…– y la cultura en general.”
ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO-LA DICHA DE SER
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