"Todo el mundo en la ciudad veneraba al anciano sacerdote de noventa y dos años.
Su fama de santidad era tan grande que, cuando salía a la calle, la gente le hacía profundas reverencias.
Además, era miembro del Club de los Rotarios y, siempre que se reunía el Club, allí estaba él, siempre puntual y siempre sentado en su lugar favorito: un rincón de la sala.
Un día desapareció el sacerdote. Era como si se hubiera desvanecido en el aire, porque, por mucho que lo buscaron, los habitantes de la ciudad no consiguieron hallar rastro de él.
Pero al mes siguiente, cuando se reunió el Club de los Rotarios, allí estaba él como de costumbre, sentado en su rincón.
“¡Padre!”, gritaron todos, “¿dónde ha estado usted?”
“En la cárcel”, respondió tranquilamente el sacerdote.
“¿En la cárcel? ¡Por todos los santos! ¡Si es usted incapaz de matar una mosca...! ¿Qué es lo que ha sucedido?”
“Es una larga historia”, dijo el sacerdote; “pero, en pocas palabras, lo que sucedió fue que saqué un billete de tren para ir a la ciudad y, mientras esperaba en el andén la llegada del tren, apareció una muchacha guapísima acompañada de un policía.
Se volvió hacia mí, luego hacia el policía, y le dijo: "¡El ha sido!" Y, para serles sinceros, me sentí tan halagado que me declaré culpable”.
Anthony De Mello
***
"Este nuevo modelo nos advierte que, para conocer lo que no es objeto, se requiere acallar la mente:
Porque ese es el camino por el que se accede a una percepción directa, inmediata y autoevidente de lo que somos.
Y es entonces, como indicaba más arriba, cuando nos topamos con el substrato de todo lo que es.”
ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO-LA DICHA DE SER
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