”... ni en slogans...
Un grupo religioso solía usar para sus numerosos congresos un hotel cuyo lema, escrito con grandes caracteres en las paredes del vestíbulo, decía:
“No hay problemas, sólo hay oportunidades”.
Un congresista se acercó al mostrador de recepción y dijo: “Usted perdone, pero tengo un problema...”.
Con una sonrisa, el recepcionista le replicó: “Aquí no tenemos problemas, señor. Únicamente tenemos oportunidades” .
“Llámelo como quiera”, dijo el otro impaciente, “pero hay una mujer en la habitación que me han asignado”

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