domingo, 31 de julio de 2011

Acerca de la iconografía

Para entender el sentido de los íconos es necesario comprender la complementariedad entre la Palabra de Dios y la imagen sagrada: lo que la palabra lleva al oído, la imagen lo lleva a los ojos, haciendo accesible el misterio de una forma humana.

Cristo es a la vez Palabra del Padre e Imagen del Padre. El Evangelio es palabra, pero refiere unos episodios que pueden ser representados, porque el cristiano tiene oídos para escuchar la Palabra de Dios, pero también ojos para contemplar el misterio e interiorizarlo.

Ante nuestros ojos la imagen es como una ventana que se nos abre, para entrar en comunión con Cristo, con la Madre de Dios y con los santos. La imagen es recuerdo y lugar de encuentro de miradas y presencias que nos invita a la contemplación y también a la imitación, a realizar en nuestra vida lo que vemos, a revivirlo interiormente.

En la oración ante una imagen de Cristo o de la Virgen no sólo miramos, sino que nos sentimos mirados por Alguien que nos ama. La contemplación es en este caso una forma de contemplar lo Invisible, para que contemplando las cosas visiblemente, seamos llevados al amor de lo invisible.

(Luis Silvestre Casas-Capuchino)

Para elaborar un ícono

Para colocar en el lugar en el que hacemos nuestra oración, podemos imprimir una lámina, del ícono de Jesucristo Salvador, o del de la Santa Trinidad, o del de la Virgen de Vladimir, pegarla en madera, matizarla con Betún de Judea, previo paso de barniz transparente y luego encerar todo. Es muy práctico y adecuado.