"Chi Hsing Tzu entrenaba un gallo de pelea para el rey Hsuan. Era un gallo fino.
A diez días de comenzado el entrenamiento, el rey le preguntó si el gallo estaba listo para combatir. Aún no, respondió el entrenador. Es fuerte y está lleno de fuego, dispuesto a pelear con cualquier otro gallo. Es vanidoso y confía demasiado en su coraje.
Diez días más tarde, ante una nueva pregunta del rey, contestó otra vez: Todavía no. Apenas escucha el canto de otro gallo le entra una rabieta y quiere pelear.
Luego de diez días más: Aún no. Todavía manifiesta cierta rabia en sus gestos e hincha el plumaje.
Y pasaron otros diez días: Ya está casi listo. Aunque vea o escuche cantar a otros gallos, se mantiene tranquilo. Nada lo altera. Parece un gallo de madera. Su actitud es poderosa. Los demás gallos no se atreverán a aceptar su desafío."
Cuento de la tradición taoísta
***
"La última libertad del caminante es más rara. Es un tercer estadio, después del regreso a las alegrías sencillas y la reconquista del animal arcaico.
Es la libertad del que renuncia. Heinrich Zimmer, uno de los grandes eruditos indianistas, nos explica que en la filosofía hindú se distinguen cuatro etapas en el camino de la vida.
La primera es la del alumno, el aprendiz, el discípulo. En el amanecer de su vida, esencialmente debe obedecer los mandatos del maestro, escuchar sus lecciones, someterse a las críticas y conformarse a los principios. Se trata de recibir.
En una segunda etapa, el hombre, ya adulto, en el mediodía de su existencia, se convierte en señor de su hogar, casado, cabeza de familia: gestiona lo mejor que puede su fortuna, ejerce un oficio, se somete él mismo a las obligaciones sociales y las impone a otros. Acepta llevar las máscaras sociales que le asignan un papel en la sociedad y en la familia.»
Es la libertad del que renuncia. Heinrich Zimmer, uno de los grandes eruditos indianistas, nos explica que en la filosofía hindú se distinguen cuatro etapas en el camino de la vida.
La primera es la del alumno, el aprendiz, el discípulo. En el amanecer de su vida, esencialmente debe obedecer los mandatos del maestro, escuchar sus lecciones, someterse a las críticas y conformarse a los principios. Se trata de recibir.
En una segunda etapa, el hombre, ya adulto, en el mediodía de su existencia, se convierte en señor de su hogar, casado, cabeza de familia: gestiona lo mejor que puede su fortuna, ejerce un oficio, se somete él mismo a las obligaciones sociales y las impone a otros. Acepta llevar las máscaras sociales que le asignan un papel en la sociedad y en la familia.»
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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