"Un aguador viajaba por los pueblos con su burro cargado de agua, y un perro que los seguía.
Una persona, al verle llorando, se le acercó y le preguntó: “¿Por qué lloras, aguador?”
El aguador respondió: “Lloro por estos pobres animales. Mi pobre burro está viejo y cansado, y no soporta el peso de tanta carga. Y este perro nos sigue porque está sediento. Yo sufro mucho al verlos así”.
El hombre le dijo: “La solución es muy sencilla: dale un poco de agua al perro. Así el perro calmará su sed, y el burro al menos aliviará un poco su carga”.
“¡Ah, eso no! -Contestó el aguador. -Eso no lo puedo hacer. El agua la necesito toda para mí”. El hombre miró primero al burro, después al perro, y finalmente al aguador, que seguía llorando, y se alejó pensativo, diciendo:
“La verdad es que ya no sé quien es aquí el burro…”
Anónimo
***
"Hay un flujo incesante de innovación en el mundo, pero toleramos una opacidad increíble. Bastará con que mencione la clase de sermones que aún se escuchan en los países más ilustrados.
Existen palabras como alegría y tristeza, pero sólo son el estribillo de un salmo cantado con tonillo nasal, mientras seguimos creyendo en lo ordinario y lo mezquino.
Creemos que no podemos cambiar sino de indumentaria. (...)»
Henry Thoraud-Walden. La Vida en los Bosques
No hay comentarios:
Publicar un comentario