"Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba impartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad de naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó:
--Querido mío, mi muy querido, acércate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.
El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Quebró la apacible atmósfera del lugar gritando toda clase de elogios a los muertos. Después regresó junto a su maestro.
--¿Qué te respondieron los muertos? -preguntó el maestro.
--Nada dijeron.
--En ese caso, mi muy querido amigo, vuelve al cementerio y lanza toda suerte de insultos a los muertos.
El discípulo regresó hasta el silente cementerio. A pleno pulmón, comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, que le preguntó al instante:
--¿Qué te han respondido los muertos?
--De nuevo nada dijeron -repuso el discípulo.
Y el maestro concluyó:
--Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los otros.
El Maestro dice: Quien hoy te halaga, mañana te puede insultar y quien hoy te insulta, mañana te puede halagar. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos. Permanece en ti mismo más allá de unos y de otros."
Cuentos clásicos de la India
***
"Hasta tres o cuatro personas todavía se puede caminar sin hablar. Cada uno adopta su propio paso, se establecen pequeñas distancias, y el primero se vuelve de vez en cuando, marca una pausa, suelta un «¿todo bien?» desenvuelto, automático, casi indiferente.
Se le contesta con un gesto. Con los brazos en jarras, se espera al último, todos se vuelven a poner en camino, y los lugares se invierten.
Los ritmos van,vienen, se cruzan. Porque ir cada uno a su paso no es caminar de manera absolutamente uniforme, totalmente regular: el cuerpo no es una máquina.»
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros
Se le contesta con un gesto. Con los brazos en jarras, se espera al último, todos se vuelven a poner en camino, y los lugares se invierten.
Los ritmos van,vienen, se cruzan. Porque ir cada uno a su paso no es caminar de manera absolutamente uniforme, totalmente regular: el cuerpo no es una máquina.»
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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