martes, 14 de junio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"El célebre y contradictorio personaje sufí Mulla Nasrudín visitó la India. Llegó a Calcuta y comenzó a pasear por una de sus abigarradas calles. 


De repente vio a un hombre que estaba en cuclillas vendiendo lo que Nasrudín creyó que eran dulces, aunque en realidad se trataba de chiles picantes. 


Nasrudín era muy goloso y compró una gran cantidad de los supuestos dulces, dispuesto a darse un gran atracón. Estaba muy contento, se sentó en un parque y comenzó a comer chiles a dos carrillos. 


Nada más morder el primero de los chiles sintió fuego en el paladar. Eran tan picantes aquellos “dulces” que se le puso roja la punta de la nariz y comenzó a soltar lágrimas hasta los pies. No obstante, Nasrudín continuaba llevándose sin parar los chiles a la boca.


Estornudaba, lloraba, hacía muecas de malestar, pero seguía devorando los chiles. Asombrado, un paseante se aproximó a él y le dijo:


--Amigo, ¿no sabe que los chiles sólo se comen en pequeñas cantidades?
Casi sin poder hablar, Nasrudín comento:
--Buen hombre, créeme, yo pensaba que estaba comprando dulces.


Pero Nasrudín seguía comiendo chiles. El paseante dijo:             
--Bueno, está bien, pero ahora ya sabes que no son dulces. ¿Por qué sigues comiéndolos?


Entre toses y sollozos, Nasrudín dijo:
--Ya que he invertido en ellos mi dinero, no los voy a tirar.


El Maestro dice: No seas como Nasrudín. Toma lo mejor para tu evolución interior y arroja lo innecesario o pernicioso, aunque hayas invertido años en ello.»


Cuentos clásicos de la India







***













"También se anda para acabar con todo y desarraigarse: acabar con el fragor del mundo, la acumulación de las tareas y el desgaste. 


Y nada mejor para olvidar, para no estar más aquí, que el gran tedio de los caminos, la monotonía sin límites de los senderos forestales. Caminar, desapegarse, partir, abandonar.

En cuanto se camina de verdad, día tras día se enfrenta uno a toda una serie de despedidas. Nunca se está muy seguro de regresar aquí o allá. Esta condición de partida alimenta la intensidad de la mirada. 

Esa mirada atrás cuando se sube un puerto de montaña, antes de que el paisaje cambie por completo. O bien en el momento de partir, por la mañana, cuando se mira por última vez el refugio (su masa gris y los árboles detrás).»

Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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