domingo, 19 de junio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Con algunos ahorros, un hombre de un pueblo de la India compró un burro joven. La persona que se lo vendió le previno de la cantidad de comida que tenía que procurarle todos los días.


Pero el nuevo propietario pensó que tal cantidad era excesiva y comenzó a restar comida día a día al pollino.
Hasta tal punto disminuyó la ración de alimento al asno que, un día, el pobre animal amaneció muerto. Entonces el hombre comenzó a gimotear y a lamentarse así:


--¡Qué desgracia! ¡Vaya fatalidad! Si me hubiera dado un poco más de tiempo antes de morirse, yo hubiera logrado que se acostumbrase a no comer nada en absoluto.


El Maestro dice: Como este hombre son algunos negligentes y “avaros” buscadores espirituales: quieren conquistar la Sabiduría sin ningún ejercitamiento espiritual.»


Cuentos clásicos de la India






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"Los motivos son muchos. Ante todo para aumentar la devoción y dar testimonio de fidelidad a Dios. 


Devotionis causa. Porque más allá de la primera peregrinatio (la condición humana de errancia en este valle de lágrimas) se le da a la peregrinación una meta precisa, un destino final, irradiante: la visita de un santuario. 


Los grandes lugares de peregrinación son naturalmente aquellos donde descansan los apóstoles, donde yace enterrado algún santo: Santiago en Compostela, san Pablo y san Pedro en Roma, el sepulcro vacío de Cristo en Jerusalén (y más modestamente: san Martín en Tours, las reliquias del arcángel Miguel en el monte Saint-Michel). 


La peregrinación es un testimonio de fe. De hecho, es una ascesis continua por la humildad de la marcha, y se acompaña incluso de ayunos frecuentes y continuas oraciones.


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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