domingo, 5 de junio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Existía un próspero reino en el norte de la India. Su monarca había alcanzado ya una edad avanzada. Un día hizo llamar a un yogui que vivía dedicado a la meditación profunda en el bosque y dijo:


--Hombre piadoso, tu rey quiere que tomes esta caña de bambú y que recorras todo el reino con ella. Te diré lo que debes hacer. Viajarás sin descanso de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y de aldea en aldea. 


Cuando encuentres a una persona que consideres la más tonta, deberás entregarle esta caña.
--Aunque no reconozca otro rey que mi verdadero yo interior, señor, habré de hacer lo que me dices por complacerte. Me pondré en camino enseguida. 


El yogui tomó la caña que le había dado el monarca y partió raudo. Viajó sin descanso, llegando sus pies a todos los caminos de la India. Recorrió muchos lugares y conoció muchas personas, pero no halló ningún ser humano al que considerase el más tonto. 


Transcurrieron algunos meses y volvió hasta el palacio del rey. Tuvo noticias de que el monarca había enfermado de gravedad y corrió hasta sus aposentos. 


Los médicos le explicaron al yogui que el rey estaba en la antesala de la muerte y se esperaba un fatal desenlace en minutos. El yogui se aproximó al lecho del moribundo.


Con voz quebrada pero audible, el monarca se lamentaba:
--¡Qué desafortunado soy, qué desafortunado! Toda mi vida acumulando enormes riquezas y, ¿qué haré ahora para llevarlas conmigo? ¡No quiero dejarlas, no quiero dejarlas!


El yogui entregó la caña de bambú al rey.


El Maestro dice: Puedes ser un monarca, pero de nada sirve si tu actitud es la de un mendigo. Sólo aquello que acumulas dentro de ti mismo te pertenece. No hay otro tesoro que el amor.»


Cuentos clásicos de la India







***












"Caminar a solas, subir montañas o atravesar bosques. Nunca se es nadie para las colinas y los altos árboles. 


Ya no se tiene un papel, ni un estatus, ni siquiera un personaje, sino un cuerpo, un cuerpo que siente las piedras puntiagudas en los caminos, la caricia de las altas hierbas y el frescor del viento. 


Cuando se anda, el mundo ya no tiene presente ni futuro. No hay más que el ciclo de las mañanas y las noches. El día entero haciendo lo mismo: andar. 


Pero aquel que caminando se maravilla (el azul de las piedras a la luz de una velada de julio, el verde plateado de las hojas de olivo a mediodía, las colinas violeta por la mañana) no tiene pasado, ni proyectos, ni experiencia. Siempre estará en él el niño eterno. 


Caminando no soy sino una simple mirada.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros



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