viernes, 1 de julio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Eran diez amigos. Todos ellos eran muy ignorantes. Decidieron ponerse de acuerdo para hacer una excursión.


Querían divertirse un poco y pasar un buen día en el campo. Prepararon algunos alimentos, se reunieron a la salida del pueblo al amanecer y emprendieron la excursión. Iban caminando alegremente por los campos charlando sin cesar entre grandes carcajadas. 


Llegaron frente a un río y, para cruzarlo, cogieron una barcaza que había atada a un árbol. Se sentían muy contentos, bromeando y chapoteando en las aguas. Llegaron a la orilla opuesta y descendieron de la barcaza.


¡Estaba siendo un día estupendo! Ya en tierra, se contaron y descubrieron que solamente eran nueve. Pero, ¿dónde estaba el décimo de ellos? Empezaron a buscar al décimo hombre. No lo encontraban. 


Comenzaron a preocuparse y a lamentar su pérdida. ¿Se habrá ahogado? ¿Qué habrá sido de él? Trataron de serenarse y volvieron a contarse. Sólo contaban nueve. La situación era angustiosa. Uno de ellos se había extraviado definitivamente.


Comenzaron a gimotear y a quejarse.
Entonces pasó por allí un vagabundo.
Vio a los hombres que otra vez se estaban contando. El vagabundo descubrió enseguida lo que estaba pasando.             


Resulta que cada hombre olvidaba contarse a sí mismo. Entonces les fue propinando una bofetada a cada uno de ellos y les instó a que se contaran de nuevo. Fue en ese instante cuando contaron diez y se sintieron muy satisfechos y alegres.


El Maestro dice: El décimo hombre no era una nueva adquisición.
Siempre estuvo allí, como el Ser que reside dentro del ser humano. Nunca ha estado ausente. En cuanto se disipe la ofuscación de la mente será percibido.»


Cuentos clásicos de la India






***












"En Santiago solo hay una catedral, que resplandece con un fulgor solitario, único como el sol y como el término de la peregrinación. Se la divisa desde el Monte del Gozo, y hace gritar de júbilo al peregrino exhausto, que enseguida desmonta si va a caballo o se descalza si marcha a pie, pues hay que llegar más humilde todavía.


Llegar a Santiago es llegar verdaderamente al término. De hecho, ¿no ha contribuido también a su magia la situación geográfica de Santiago de Compostela: situado en el extremo occidental de Europa (caminar, dice Thoreau, es ir hacia el oeste), al final del mundo (finis terrae: más allá se extendía un mar que durante mucho tiempo pareció definitivo)? 


Para ir hacia Santiago había que acompañar imperturbablemente el movimiento del sol.»


Andar-Una filosofía-FréderícGros



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