sábado, 2 de julio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Ésta es la historia de dos sadhus. Uno de ellos había sido enormemente rico y, aun después de haber cortado con sus lazos familiares y sociales y renunciar a sus negocios, su familia cuidaba de él y disponía de varios criados para que le atendieran. 


El otro sadhu era muy pobre, vivía de la caridad pública y sólo era dueño de una escudilla y una piel de antílope sobre la que meditar. Con frecuencia, el sadhu pobre se jactaba de su pobreza y criticaba y ridiculizaba al sadhu rico. Solía hacer el siguiente comentario: “Se ve que era demasiado viejo para seguir con los negocios de la familia y entonces se ha hecho renunciante, pero sin renunciar a todos sus lujos”. 


El sadhu pobre no perdía ocasión para importunar al sadhu rico y mofarse de él. Se le acercaba y le decía: “Mi renuncia sí que es valiosa y no la tuya, que en realidad no representa renuncia de ningún tipo, porque sigues llevando una vida cómoda y fácil”. Un día, de repente, el sadhu rico, cuando el sadhu pobre le habló así, dijo tajantemente:


--Ahora mismo, tú y yo nos vamos de peregrinación a las fuentes del Ganges, como dos sadhus errantes.
El sadhu pobre se sorprendió, pero, a fin de poder mantener su imagen, tuvo que acceder a hacer una peregrinación que en verdad le apetecía muy poco. Ambos sadhus se pusieron en marcha. Unos momentos después, súbitamente, el sadhu pobre se detuvo y, alarmado, exclamó:


--¡Dios mío!, tengo que regresar rápidamente.
En su rostro se reflejaba la ansiedad.
--¿Por qué? -preguntó el sadhu rico.
--Porque he olvidado coger mi escudilla y mi piel de antílope.


Y entonces el sadhu rico le dijo:
--Te has burlado durante mucho tiempo de mis bienes materiales y ahora resulta que tú dependes mucho más de tu escudilla y tu piel que yo de todas mis posesiones.             


El Maestro dice: El secreto está en no ser poseído por lo que se posee.»


Cuentos clásicos de la India







***












"No se habla del camino de Roma o de Jerusalén como se habla de los caminos de Santiago. La intensidad mística de la tumba no es tan fuerte ni tan resplandeciente como para sumir en la noche el largo camino que llega hasta ella. Al contrario, lo ilumina.


Santiago de Compostela corona el viaje, pero no lo anula. Lo que precisamente explica el éxito de esta peregrinación es tanto el camino en sí como el destino final. La grandeza mística de la peregrinación de Galicia estriba en que supo sacralizar el camino tanto como el santuario. El camino, o más bien los caminos. 


¿Qué camino tomar, qué aventura? La invención de Santiago de Compostela fue la de instituir caminos trazados, con etapas establecidas y visitas obligadas: cuatro caminos principales, e innumerables caminos secundarios... 

Así, la «Guía del peregrino de Santiago», obra del siglo XII, nos muestra otros tantos itinerarios que van del cuerpo de un santo al cuerpo de otro santo, todos taumaturgos y sanadores; de tumba en tumba, todos autores de insignes milagros.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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