"Era un padre de familia. Había conseguido unas buenas condiciones de vida y había enviudado, después de que sus hijos se hicieran mayores y encauzaran sus propias vidas.
Siempre había acariciado la idea de dedicarse a la búsqueda espiritual y poder llegar a sentir la unidad con la Conciencia Universal.
Ahora que ya no tenía obligaciones familiares, decidió ir a visitar a un yogui y ponerlo al corriente de sus inquietudes, pidiéndole también consejo espiritual.
El yogui vivía cerca de un río, cubriendo su cuerpo con un taparrabos y alimentándose de aquello que le daban algunos devotos. Vivía en paz consigo mismo y con los demás. Sonrió apaciblemente cuando llegó hasta él el hombre de hogar.
--¿En qué puedo ayudarte? -preguntó cortésmente.
--Venerable yogui, ¿cómo podría yo llegar a percibir la Mente Universal y hacerme uno con Ella?
El yogui ordenó:
--Acompáñame.
El yogui condujo al hombre de hogar hasta el río. Le dijo:
--Agáchate.
Así lo hizo el hombre de hogar y, al punto, el yogui lo agarró fuertemente por la cabeza y lo sumergió en el agua hasta llevarlo al borde del desmayo. Por fin permitió que el hombre de hogar, en sus denodados forcejeos, sacara la cabeza. Le preguntó:
--¿Qué has sentido?
--Una extraordinaria necesidad y ansia de aire.
--Pues cuando tengas esa misma ansia de la Mente Universal, podrás aprender a percibirla y hacerte uno con ella.
El Maestro dice: Aunque pienses en la palabra “lámpara” no se enciende la luz. Que la motivación de libertad interior sea real y seguida por la práctica y no se quede sólo en una idea.»
Cuentos clásicos de la India
***
"El cuerpo sin hambre ni sed, sin dolor, el cuerpo en reposo, y sentirse vivo simplemente, todo ello le basta a la alegría más alta, de una intensidad pura, de una modestia absoluta: la de vivir, la de sentirse aquí, la de saborear la propia presencia y la del mundo en armonía.
Por desgracia, con demasiada frecuencia y desde hace demasiado tiempo, nos invaden imágenes perniciosas que nos hacen creer que la plenitud depende de la posesión material y del reconocimiento social.
Y vamos siempre demasiado lejos en busca de una alegría que es tan cercana sin embargo, tan simple que resulta hasta difícil. Ya estamos más allá, siempre la hemos superado.»
Por desgracia, con demasiada frecuencia y desde hace demasiado tiempo, nos invaden imágenes perniciosas que nos hacen creer que la plenitud depende de la posesión material y del reconocimiento social.
Y vamos siempre demasiado lejos en busca de una alegría que es tan cercana sin embargo, tan simple que resulta hasta difícil. Ya estamos más allá, siempre la hemos superado.»
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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