jueves, 28 de julio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"El discípulo llegó hasta el maestro y le dijo:


--Guruji, por favor, te ruego que me impartas una instrucción para aproximarme a la verdad. Tal vez tú dispongas de alguna enseñanza secreta.


Después de mirarle unos instantes, el maestro declaró:
--El gran secreto está en la observación. Nada escapa a una mente observadora y perceptiva. Ella misma se convierte en la enseñanza.


--¿Qué me aconsejas hacer?
--Observa -dijo el gurú-. Siéntate en la playa, a la orilla del mar, y observa cómo el sol se refleja en sus aguas. Permanece observando tanto tiempo como te sea necesario, tanto tiempo como te exija la apertura de tu comprensión.


Durante días, el discípulo se mantuvo en completa observación, sentado a la orilla del mar. Observó el sol reflejándose sobre las aguas del océano, unas veces tranquilas, otras encrespadas. 


Observó las leves ondulaciones de sus aguas cuando la mar estaba en calma y las olas gigantescas cuando llegaba la tempestad. Observó y observó, atento y ecuánime, meditativo y alerta. 


Y así, paulatinamente, se fue desarrollando su comprensión.
Su mente comenzó a modificarse y su consciencia a hallar otro modo mucho más rico de percibir.


El discípulo, muy agradecido, regresó junto al maestro.
--¿Has comprendido a través de la observación? -preguntó el maestro.


--Sí -repuso satisfecho el discípulo-. Llevaba años efectuando los ritos, asistiendo a las ceremonias más sagradas, leyendo las escrituras, pero no había comprendido. Unos días de observación me han hecho comprender.


El sol es nuestro ser interior, siempre brillante, autoluminoso, inafectado. Las aguas no le mojan y las olas no le alcanzan; es ajeno a la calma y la tempestad aparentes. Siempre permanece, inalterable, en sí mismo.


–Ésa es una enseñanza sublime -declaró el gurú-, la enseñanza que se desprende del arte de la observación.             


El Maestro dice: Todos lo Cuentos clásicos de las grandes descubrimientos se han derivado de la observación diligente. No hay mayor descubrimiento que el del Ser. Observa y comprende.» 


Cuentos clásicos de la India







***












"Es una fatalidad cuyos efectos son inevitables. Apenas hay nada que decidir, nada sobre lo que interrogarse, nada que calcular. No hay que hacer nada más que andar. 


Se podría anticipar, pero, decididamente, andando las cosas van demasiado despacio. La anticipación sería desalentadora. 


Entonces solo hay que avanzar, cada cual a su ritmo, hasta la etapa. La serenidad consiste en seguir solo el camino. 


Y, andando, la serenidad hace también que todas las preocupaciones y los dramas, todo lo que excava surcos vacíos en nuestras vidas y nuestros cuerpos, todo parezca absolutamente en suspenso, porque está fuera de alcance, demasiado alejado, incalculable. 


Las grandes pasiones que desgastan, el irritante hastío de las existencias activas, comprimidas hasta reventar, se han sustituido por fin por el cansancio implacable de la marcha: solo andar. 


La serenidad es el goce inmenso de no esperar ya nada: solo avanzar, andar.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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