sábado, 27 de agosto de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dio al ojo de un lejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro. "Ahí está", le dijo el viejo, "¡a ver si puedes igualar eso!". 


Inmutable, el maestro no desenfundó su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco. 


Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. "Ahora es tu turno", dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme. 


Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro. "Tienes mucha habilidad con el arco", dijo el maestro, "pero tienes poca habilidad con la mente que te hace errar el tiro".


Historias Zen






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"Está también el vagabundear surrealista, que enriquecerá el arte de callejear con dos dimensiones nuevas: el azar y la noche. También la deriva situacionista con su exploración sensitiva de las diferencias (dejarse transformar por los ambientes). 


Lo que hay que preguntarse es si, en la época en que vivimos, la uniformización de los rótulos (las «cadenas», como se denominan sin ironía: eslabones idénticos entre sí, que se cierran sobre nosotros) y la invasión progresiva de los coches no han hecho más difícil, menos agradable y sorprendente, vagar por las calles. 


Es cierto que se crean espacios de callejeo obligado, pero subordinados al mandato de comprar.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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