miércoles, 3 de agosto de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino


"En un pueblo de la India había un hábil ladrón que robaba en todas las casas y jamás podía ser sorprendido.


Era un verdadero experto. La gente de la localidad, desmoralizada, se reunió con el alcalde y le pidió que nombrase un policía, ya que no había ninguno en el pueblo y así el ladrón lograba actuar a su aire y sin ningún riesgo. 


El alcalde, comprendiendo el desánimo de las gentes del lugar, entregó un bando solicitando personas que se presentaran al puesto de policía. Solamente se presentó un candidato. Se trataba del ladrón y fue elegido policía.             


El Maestro dice: Así como nunca el policía detendrá al ladrón que es él mismo, jamás el ego capturará al ego, siendo necesario recurrir al testigo que está más allá del ego y el pensamiento.»


Cuentos clásicos de la India







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"Y la Naturaleza es inmediatamente poética. Cuando crecemos, esos paseos, reino absoluto de la infancia, pierden su encanto, pues acabamos por formarnos ideas y certezas con respecto a todo, y ya no queremos conocer de las cosas más que su representación objetiva (a la que tristemente llamamos su «verdad»). 


Mucho más allá de la infancia existe un estilo de paseo igual de soñador aunque menos poético. Me refiero al paseo como ligereza, como descanso: caminar para «cambiar de aires». 


Después de un trabajo agotador, o cuando el aburrimiento se vuelve agobiante, se sale a dar un paseo con el fin de «airear la mente». 


Sobre todo cuando el contraste entre un sol de primavera, un aire fresco del exterior, y la atmósfera cargada y oscura de los despachos de trabajo, es verdaderamente acusado.


Un filósofo alemán, amigo de Kant, describió este arte con delicadeza y gran precisión. En "El arte de pasear", afirma en efecto que el paseo produce sin duda un relajamiento del cuerpo —en sentido literal, puesto que, liberado del agarrotamiento impuesto por el trabajo, se relaja—, pero que, más allá de eso, es sobre todo la mente la que se beneficia, pues el paseo genera también un descanso del alma.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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