martes, 30 de agosto de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"El Primer Ministro de la Dinastía Tang fue un héroe nacional por su éxito como estadista y como líder militar. Pero a pesar de su fama, poder, y salud, se consideraba un humilde y devoto Budista. 


A veces visitaba a su maestro Zen favorito para estudiar con él, y parecía que se llevaban bien. El hecho de ser primer ministro parecía no afectar su relación, que parecía ser la de un venerado profesor y un respetuoso alumno. 


Un día, durante su visita usual, el Primer Ministro le preguntó al maestro, "¿Su Reverencia, qué es el egoísmo de acuerdo al Budismo?" La cara del maestro se volvió roja, y con una voz condescendiente e insultante, le respondió, "¿qué clase de pregunta estúpida es esa?" 


Esta respuesta inesperada impactó tanto al Primer Ministro que se quedó callado y furioso. El maestro Zen sonrió y dijo, "ESTO, Su Excelencia, es egoísmo".


Historias Zen






***












"Acabamos la marcha en una especie de ensoñación, y el paso gana entonces en seguridad y en velocidad, ya que aceptamos no pensar más. 


Entonces no se siente ya nada, apenas ligereza: el camino aspira las piernas, y la mente flota por encima. Cuando se corre durante largo rato, a veces se experimenta también una impresión inmensa de ligereza, como si la carrera nos arrastrara. 


Al cabo de un tiempo, en ocasiones dilatado, de «calentamiento», por fin el cuerpo entero alcanza su respiración, y los pies encuentran, en el camino, una llamada para rebotar. Y es como levantar el vuelo, de forma repetida y regular. 


La experiencia de la ligereza cuando corremos es totalmente distinta de la que la marcha, en muy escasas ocasiones, puede suscitar, como ese sentimiento de flotar que acabamos de evocar.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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