miércoles, 31 de agosto de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Cuando un ciego se despedía de su amigo, éste le dio una lámpara.


“Yo no preciso de la lámpara, pues para mí, claridad u oscuridad no tienen diferencia” -dijo el ciego.
“Conozco al respecto, pero si no la lleva, tal vez otras personas tropiecen con usted” -dijo su amigo.
-"Está bien"


Luego de caminar en la oscuridad tropezó con otra persona....
-“¡Huy!”-dijo el ciego.
-“¡Hay!” -dijo la persona chocada por el ciego en la oscuridad.


-“¿Usted no vio esta lámpara?” -dijo enojado el ciego.
-“¡Amigo! Su lámpara estaba apagada”


Historias Zen






***












"No es la ebriedad, como al correr, de sentir la tensión perfecta de los músculos, sino más bien una desvinculación de la mente producida por el cansancio, una anestesia progresiva. La ligereza de la carrera es precisamente esa victoria sin cansancio sobre la pesadez, la afirmación fácil y soberana del cuerpo. 


El flotar de la marcha surge cuando los pies al final se adhieren tanto al camino que se fusionan con él, y la mente, exhausta, olvida ser el eco de su cansancio. Con todo, en sus líneas más generales la experiencia de la marcha es siempre una sensación de gravedad. 


No me refiero exactamente a un cuerpo pesado, que pesa. Aunque bien pudiera ser. Porque a veces, verdaderamente, cuando quedan aún varias horas de trayecto, el sendero es cuesta arriba y la masa del cuerpo se hace notar a cada paso, se tiene en las rodillas la sensación de un peso enorme.»

Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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