lunes, 5 de septiembre de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino


"Hyakujo, un maestro Ch'an (Zen) chino, acostumbraba trabajar con sus discípulos aún teniendo ochenta años; cortando el pasto del jardín, limpiando el suelo y podando los árboles. 


Los discípulos sentían pena al ver trabajar tan arduamente al anciano maestro, pero ellos sabían que él no escucharía sus consejos de dejar de hacerlo. 


Entonces resolvieron esconder sus herramientas. Aquél día el maestro no comió. Lo mismo ocurrió el día siguiente, y el otro.


-El debe estar enojado porque hemos escondido sus herramientas. -pensaron los discípulos- Es mejor que las coloquemos nuevamente en su lugar.


El día que ellos lo hicieron, el maestro trabajó y comió como antes.
Por la noche simplemente los instruyó diciendo:
-"Si no hay trabajo, no hay comida".


Historias Zen






***













"La marcha nos recuerda así sin cesar nuestra finitud: cuerpo pesado de necesidades toscas, clavado al suelo definitivo. 


Caminar no es elevarse, no es engañar a la gravedad, no es hacerse ilusiones, mediante la velocidad o la elevación, sobre nuestra condición mortal, sino más bien efectuarla a través de esa exposición a la solidez del suelo, a la fragilidad del cuerpo y a ese movimiento lento de hundimiento. 


Caminar es exactamente resignarse a ser ese cuerpo que camina, inclinado. Pero lo asombroso es que esa resignación lenta, ese inmenso cansancio nos dan la alegría de ser. 


De no ser más que eso, desde luego, pero en armonía absoluta. Nuestro cuerpo de plomo, a cada paso vuelve a caer sobre la tierra, como para volver a arraigar en ella. La marcha es una invitación a morir de pie.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros



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