domingo, 26 de marzo de 2017

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Era un tipo difícil. Pensaba y actuaba de distinto modo que el resto de nosotros. Todo lo cuestionaba. ¿Era un rebelde, o un profeta, o un psicópata, o un héroe? «¿Quién puede establecer la diferencia?», nos decíamos. «Y en último término, ¿a quién le importa?».


De manera que le socializamos. Le enseñamos a ser sensible a la opinión pública y a los sentimientos de los demás. Conseguimos conformarlo. Hicimos de él una persona con la que se convivía a gusto, perfectamente adaptada. 


En realidad, lo que hicimos fue enseñarle a vivir de acuerdo con nuestras expectativas. Le habíamos hecho manejable y dócil.


Le dijimos que había aprendido a controlarse a sí mismo y le felicitamos por haberlo conseguido. Y él mismo empezó a felicitarse también por ello. No podía ver que éramos nosotros quienes le habíamos conquistado a él.


Un individuo enorme entró en la abarrotada habitación y gritó: «¿Hay aquí un tipo llamado Murphy?». Se levantó un hombrecillo y dijo: «Yo soy Murphy».


El inmenso individuo casi lo mata. Le rompió cinco costillas, le partió la nariz, le puso los ojos morados y le dejó hecho un guiñapo en el suelo. Después salió pisando fuerte.


Una vez que se hubo marchado, vimos con asombro cómo el hombrecillo se reía entre dientes. «¡Cómo he engañado a ese tipo!», dijo suavemente. «¡Yo no soy Murphy! ¡Ja, ja, ja!».


Una sociedad que domestica a sus rebeldes ha conquistado su paz, pero ha perdido su futuro.»


Anthony De Mello







***















"Aquí habría que incluir también el caso, no infrecuente, de todos aquellos que no han podido reconocer o hacer desarrollar esta gracia por estar condicionados por un ambiente contrario y asfixiante, por determinadas limitaciones psicológicas o por carecer de la ayuda mínima necesaria. 


Aunque no se trata ya de niños, quizá no exista responsabilidad en el bloqueo al que se ve sometida la gracia; pero eso no evita la desorientación en el discernimiento y la posible pérdida del sentido vocacional de la vida.


El discernimiento en estos casos pasa por reconocer la existencia de una serie de gracias y dones, más o menos sensibles, pero que no se han desarrollado por falta de respuesta. 


Esto sucede, por ejemplo, cuando no se cree en esa gracia y no se responde a ella, bien por la poca edad o por la presión externa; o si, ante las dificultades que conlleva una entrega como la que se vislumbra, no se responde con fidelidad al llamamiento de Dios; o si los miedos llevan a un verdadero bloqueo espiritual; o si se mantiene una incongruencia prolongada entre lo que se ve y lo que se vive, haciendo así que se apague la gracia.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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