martes, 8 de agosto de 2017

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"El Maestro no dejaba de recordar a la gente que vivían como si fueran robots: «¿Cómo podéis llamaros 'humanos' cuando todos vuestros pensamientos, sentimientos y acciones brotan mecánicamente, no de vosotros mismos, sino de vuestros condicionamientos?».


«¿Y hay algo que pueda acabar con los condicionamientos y liberarnos?», preguntaron los discípulos.


«Sí, la conciencia».

Y, como si lo hubiera pensado mejor, añadió: «. . . y la catástrofe».

«¿La catástrofe?»

«Sí. Un inglés muy inglés me contó una vez cómo, tras naufragar su barco en mitad del océano y nadar junto a otro inglés durante toda una hora, al fin consiguió liberarse de su condicionamiento y hablarle al otro. . . ¡sin haberle sido presentado!»

«¿Y qué le dijo?»

«Le dijo: 'Perdóneme por dirigirme a usted sin haber sido presentados, pero ¿sabe usted si es éste el camino para Southampton?'».

Anthony De Mello






***














"A partir del descubrimiento de la inhabitación divina en él y de su descenso al centro de su corazón, el contemplativo ya sólo puede vivir para Dios, descubriéndolo en todo y en todos, que se convierten para él en don de Dios y signos vivos de su presencia amorosa.


Y así, viviendo en este momento y en este mundo, se proyecta hacia la eternidad y hacia el cielo. Todo lo que hace apunta a anticipar el Reino de Dios y a gustar ya aquí abajo algo de la vida prometida para el mundo futuro. 


El contemplativo ha escuchado a Dios, ha sido seducido por Él y se ha dejado seducir; de modo que arde en deseos de ver a Dios y de entrar en una comunión de amor con él que sea cada vez más fuerte y que jamás termine.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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