lunes, 11 de septiembre de 2017

Guía diaria para acompañarnos en el camino




«Te está destruyendo la molicie con que vives», le dijo el Maestro a un discípulo bastante indolente. «Sólo un desastre puede salvarte».

Y lo explicó del siguiente modo:

«Si arrojas una rana en una olla de agua hirviendo, saltará fuera al instante. Si la arrojas en una olla de agua que está calentándose muy poco a poco, la rana acabará perdiendo la tensión que le permita saltar en el momento oportuno».

Anthony De Mello






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"Y especialmente se manifiesta la gloria de Dios en la cruz de Cristo, que es la culminación de su obediencia, entrega y sufrimiento. 


Cuando Él habla de su glorificación, se refiere a su vergüenza, su fracaso y su muerte en la cruz: «¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?» (Lc 24,26). 


Y así lo entienden los apóstoles: «El Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis» (Hch 3,13).


San Juan, con su mirada profunda, presenta la cruz como cumplimiento de la voluntad del Padre (Jn 19,30), como exaltación salvadora y reveladora (Jn 3,14; 8,28) que atrae a los hombres (Jn 12,32), como manifestación de la realeza de Cristo (Jn 19,19-22) y de su sacerdocio (Jn 19,23), y como fuente de la salvación (Jn 19,34) y del Espíritu (Jn 19,30). 


Es lo que reiteradamente expresa este evangelista, descubriendo la cruz como gloria (cf. Jn 12,23; 13,31-32 y 17,1), porque es la expresión más viva y profunda del amor del Redentor; de ese amor que le lleva a dar la vida por sus amigos (cf. Jn 13,1; 15,13).»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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