miércoles, 29 de noviembre de 2017

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"El sabio indio Narada era un devoto del Señor Hari. Tan grande era su devoción que un día sintió la tentación de pensar que no había nadie en todo el mundo que amara a Dios más que él.  


El Señor leyó en su corazón y le dijo: “Narada, ve a la ciudad que hay a orillas del Ganges y busca a un devoto mío que vive allí. Te vendrá bien vivir en su compañía”.  


Así lo hizo Narada, y se encontró con un labrador que todos los días se levantaba muy temprano, pronunciaba el nombre de Hari una sola vez, tomaba su arado y se iba al campo, donde trabajaba durante toda la jornada. 


Por la noche, justo antes de dormirse, pronunciaba otra vez el nombre de Hari. Y Narada pensó: “¿Cómo puede ser un devoto de Dios este patán, que se pasa el día enfrascado en sus ocupaciones terrenales?”.  


Entonces el Señor le dijo a Narada: “Toma un cuenco, llénalo de leche hasta el borde y paséate con él por la ciudad. Luego vuelve aquí sin haber derramado una sola gota”.  Narada hizo lo que se le había ordenado.


“¿Cuántas veces te has acordado de mí mientras paseabas por la ciudad?”, le preguntó el Señor.
“Ni una sola vez, Señor”, respondió Narada. “¿Cómo podía hacerlo si tenía que estar pendiente del cuenco de leche?”.


Y el Señor le dijo: “Ese cuenco ha absorbido tu atención de tal manera que me has olvidado por completo. Pero fíjate en ese campesino, que, a pesar de tener que cuidar de toda una familia, se acuerda de mí dos veces al día”.


Anthony De Mello







***













"La vida gloriosa y celeste de Jesucristo es una ininterrumpida intercesión por los hombres de todos los tiempos y de todas las generaciones. 


Por eso, cuando decimos que el contemplativo vive para orar, queremos decir que tiene que fijar los ojos en nuestro modelo, Cristo, convertido plenamente en oración, y reproducir en sí mismo su oración.


Tanto en su vida junto a nosotros, como en el cielo, Jesús es el prototipo del que ora constantemente, el gran suplicante que intercede sin cesar ante el Padre y que se convierte en modelo de los que han sido incorporados más estrechamente a Cristo y a su misión a favor de los hombres.


Todo esto mueve el corazón del contemplativo para que haga de la oración su actividad principal, como consecuencia natural de la unión con nuestro Intercesor; siendo consciente de que la oración de Cristo es la única que llega verdaderamente hasta el corazón del Padre y encuentra el pleno agrado de Dios.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


No hay comentarios:

Publicar un comentario