"Un guru prometió a un discípulo que había de revelarle algo mucho más importante que todo cuanto contienen las escrituras.
Cuando el discípulo, tremendamente impaciente, le pidió que cumpliera su promesa, el guru le dijo: “Sal afuera, bajo la lluvia, y quédate con los brazos y la cabeza alzados hacia el cielo. Eso te proporcionará tu primera revelación”.
Al día siguiente, el discípulo acudió a informarle: “Seguí tu consejo y me calé hasta los huesos... Y me sentí como un perfecto imbécil”.
“Bueno”, dijo el guru, “para ser el primer día, es toda una revelación, ¿no crees?”.
Anthony De Mello
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"Existe, pues, una estrecha relación entre la elección con la que Jesús nos bendice, la fe con la que acogemos esa elección, la oración que expresa dicha fe y el fruto superabundante de nuestra oración:
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé (Jn 15,16).
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé (Jn 15,16).
Así pues, la invitación del Señor a la oración de petición no se refiere a cualquier forma de súplica a Dios. Al decirnos que hemos de pedir «en su nombre» está llamándonos a orar en comunión con Él; lo cual exige partir de la única eficacia verdadera en el orden sobrenatural, que es la intercesión de Jesucristo.»
Fundamentos-Contemplativos en el mundo
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