domingo, 11 de marzo de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino





"En la ciudad irlandesa de Belfast, un sacerdote católico, un pastor protestante y un rabino judío se enzarzaron en una acalorada discusión teológica. De pronto se apareció un ángel en medio de ellos y les dijo: “Dios os envía sus bendiciones. Formulad cada uno un deseo de paz, y será satisfecho por el Todopoderoso”.


Y el pastor dijo: “Que desaparezcan todos los católicos de nuestra hermosa isla, y reinará la Paz”.


Luego dijo el sacerdote: “Que no quede un solo protestante en nuestro sagrado suelo irlandés, y vendrá la Paz a nuestra isla”.


“¿Y qué dices tú, rabino?”, le preguntó el ángel, “¿No tienes ningún deseo?”.


“No”, respondió el rabino. “Me conformo con que se cumplan los deseos de estos dos caballeros”.


El niño: “¿Eres presbiteriana?”.


La niña: “No. Pertenecemos a distintas abominaciones”.


Anthony De Mello






***












"De hecho, la entrega de mi vida no tiene un gran valor ni es eficaz por sí sola; pero si «es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20) y yo revivo su vida en mí, entonces mi entrega forma parte de la suya y participa de su infinita eficacia. 


Pero hace falta una unión profunda, íntima, entre Jesús y yo; una unión que sólo se realiza en la cruz. En la medida en que descubro el amor de Cristo, deseo amarle a Él y ser amado por Él, y entro en una relación de amor transformante que me lleva a la cruz. 


Y ahí, en la cruz, es donde puedo ofrecer mi vida; pero ya no es mi vida la que ofrezco sino la de Cristo, con toda su eficacia redentora. Entonces yo digo: «Aquí estoy» y ofrezco mi vida. 


Pero el Padre ¿qué escucha?; ciertamente mi voz; pero, sobre todo, la voz del Hijo. Y ve mi vida ofrecida; pero, sobre todo, ve la vida de su propio Hijo ofrecida a través de la mía. Su vida y mi vida se han identificado de tal manera que son una sola vida ofrecida al Padre.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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