viernes, 16 de marzo de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"El predicador estaba aquel día más elocuente que de costumbre, y todos, lo que se dice todos, soltaron la lágrima. 


Bueno, no exactamente todos, porque en el primer banco estaba sentado un caballero con la mirada fija en un punto delante de sí, totalmente insensible al sermón. 


Concluido el servicio, alguien le dijo: “Ha escuchado usted el sermón, ¿no es cierto?”. “Por supuesto”, respondió glacialmente el caballero. “No estoy sordo”.


“¿Y qué le ha parecido?”.  “Tan emocionante que daban ganas de llorar”. “¿Y por qué, si me permite preguntárselo, no ha llorado?”.


“Porque no soy de esta parroquia”.


Anthony De Mello






***












"Es característico de la intercesión que nos sintamos afectados por los problemas y situaciones que descubrimos; de modo que nos veamos espontáneamente movidos a hacer nuestro el problema o el sufrimiento de los demás; y, a la vez, a hacer nuestro también el sufrimiento y el anhelo de Dios. 


Esta doble sensibilidad es signo de que Dios está detrás, moviéndonos a la intercesión. A veces, incluso, tiene lugar una fuerte experiencia de sufrimiento, que uno vive como una especie de sufrimiento «vicario», que le lleva sufrir en lugar de los otros; como si descargara con su dolor el dolor de los demás; al estilo de Jesús, que «llevó nuestros pecados en su cuerpo» (1Pe 2,24; cf. Is 53,4-6; Sal 68,20).»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


1 comentario:

  1. Fuerte, muy fuerte. Difícil ....Y muy emocionante llegar a experimentar ese modo de oración.

    ResponderEliminar