"El Maestro había citado a Aristóteles: En la búsqueda de la verdad, parece mejor, y hasta necesario, renunciar a lo que nos es más querido. El Maestro sustituyó la palabra "verdad" por la palabra "Dios".
Más tarde le dijo un discípulo: En mi búsqueda de Dios estoy dispuesto a renunciar a todo: A la riqueza, a los amigos, a la familia, a mi país y hasta a mi propia vida. ¿Puede una persona renunciar a algo más?
El Maestro respondió con toda calma: Sí. A sus creencias sobre Dios.
El discípulo se marchó entristecido, porque estaba muy apegado a sus convicciones.
Tenía más miedo a la "ignorancia" que a la muerte.»
Anthony De Mello
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»Nuestra segunda definición, de un starets ruso del siglo pasado, es mucho menos exterior. En la oración, dice el Obispo Teófano el Recluso (1815-1894), «lo principal es estar ante Dios con la mente en el corazón, y continuar estando ante Él incesantemente día y noche, hasta el final de la vida.»
El orar, definido de esta forma, ya no es simplemente pedir cosas, y de hecho puede existir sin el empleo de palabras. No es tanto una actividad momentánea como un estado continuo.
Orar es estar ante Dios, entrar en una relación inmediata y personal con él; es saber en todos los niveles de nuestro ser, desde el instintivo hasta el intelectual, desde el subconsciente al supraconsciente, que estamos en Dios y que Él está en nosotros.»
El orar, definido de esta forma, ya no es simplemente pedir cosas, y de hecho puede existir sin el empleo de palabras. No es tanto una actividad momentánea como un estado continuo.
Orar es estar ante Dios, entrar en una relación inmediata y personal con él; es saber en todos los niveles de nuestro ser, desde el instintivo hasta el intelectual, desde el subconsciente al supraconsciente, que estamos en Dios y que Él está en nosotros.»
Kallistos Ware-El poder del Nombre
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