jueves, 25 de enero de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Un célebre cirujano vienés decía a sus alumnos que, para ser cirujano, se requerían dos cualidades: no sentir náuseas y tener capacidad de observación.


Para hacer una demostración, introdujo uno de sus dedos en un líquido nauseabundo, se lo llevó a la boca y lo chupó. Luego pidió a sus alumnos que hicieran lo mismo. Y ellos, armándose de valor, le obedecieron sin vacilar.


Entonces, sonriendo astutamente, dijo el cirujano: “Caballeros, no tengo más remedio que felicitarles a ustedes por haber superado la primera prueba. 


Pero, desgraciadamente, no han superado la segunda, porque ninguno de ustedes se ha dado cuenta de que el dedo que yo he chupado no era el mismo que había introducido en ese líquido”.


Anthony De Mello





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2) Vocación a la oración incesante


«Todo el que ora unido a la Iglesia y movido por el Espíritu Santo se hace eco de la oración de Jesucristo y hace presente en el mundo su plegaria eterna en el cielo. 


Pero, además, hay quienes se sienten llamados a mantener siempre viva y activa la oración de Cristo. 


Ellos son aquellos elegidos a los que Dios hará justicia porque «claman a Dios día y noche» (Lc 18,7).


En ocasiones el Espíritu provoca en nosotros un fuerte impulso a la oración, de tal manera que no podemos hacer otra cosa que no sea orar. Esta gracia es una garantía de la vocación contemplativa, ya que nos recuerda que la oración es el quehacer más importante de nuestra vida. 


Con el impulso recibido del Espíritu Santo el alma puede entrar en la relación de amor que une permanentemente al Verbo con el Padre, participando de ella y de sus efectos. 


Es una experiencia que marca para siempre al ser humano que la vive, y que le permitirá tener una referencia de lo que es la verdadera oración cuando su fragilidad le lleve a perder el rumbo o a caer.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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