sábado, 27 de enero de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Un vagabundo se presentó en el despacho de un acaudalado hombre de negocios a pedir una limosna.


El hombre llamó a su secretaria y le dijo: “¿Ve usted a este pobre desgraciado? Fíjese como le asoman los dedos a través de sus horribles zapatos; observe sus raídos pantalones y su andrajosa chaqueta. 


Estoy seguro de que no se ha afeitado ni se ha duchado ni ha comido caliente en muchos días. Me parte el corazón ver a una persona en estas condiciones, de manera que... ¡Haga que desaparezca inmediatamente de mi vista!”.


Había un hombre sin brazos y sin piernas mendigando la acera. La primera vez que lo vi me conmovió de tal modo que le dí una limosna. La segunda vez le di algo menos. La tercera vez no tuve contemplaciones y lo denuncié a la policía por mendigar en la vía pública y dar la lata."


Anthony De Mello





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"Esto es un don de Dios y una necesidad, no una tarea autoimpuesta o elegida caprichosamente. A esta oración ayuda la conciencia de la propia miseria y la contemplación del sufrimiento del mundo, que empuja a orar porque se vive del convencimiento de que Dios es el único punto de apoyo que tiene el pobre. 


Se trata de una oración desde la propia cruz unidos a la oración de Cristo desde su cruz, que se convierte en la palanca por la que Dios puede elevar hacia sí a la humanidad, y la puerta por la que entra en el mundo la salvación y el perdón.


En este tipo de oración hemos de ser osados en los deseos y realistas en su realización: aunque tengamos un verdadero anhelo de orar siempre y de orar así, la debilidad de la carne puede impedirnos a veces que cumplamos plenamente este anhelo de oración incesante y de «pasar la noche en oración» como el Señor (cf. Lc 6,12).»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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