martes, 15 de mayo de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Érase una vez un sacerdote tan santo que jamás pensaba mal de nada. Un día, estaba sentado en un restaurante tomando una taza de café -que era todo lo que podía tomar, por ser día de ayuno y abstinencia- cuando, para su sorpresa, vio a un joven miembro de su congregación devorando un enorme filete en la mesa de al lado.  


“Espero no haberle escandalizado, Padre”, dijo el joven con una sonrisa.  


“De ningún modo. Supongo que has olvidado que hoy es día de ayuno y abstinencia”, replicó el sacerdote.


“No, Padre. Lo he recordado perfectamente”.


“Entonces, seguramente estás enfermo y el médico te ha prohibido ayunar...”.


“En absoluto. No puedo estar más sano”.


Entonces, el sacerdote alzó sus ojos al cielo y dijo: “¡Qué extraordinario ejemplo nos da esta joven generación, Señor! ¿Has visto cómo este joven prefiere reconocer sus pecados antes que decir una mentira?”.


Anthony De Mello





***












"Debe también abarcar todos los ámbitos posibles de la pobreza: el dinero, el tiempo, las energías, los bienes materiales, las seguridades, etc. 


Tiene que ser significativa; es decir, no basta que sea interior o intencional, debe ser real y visible al exterior. 


Debe ser generosa, llevando a la disposición de dar al que lo necesite. Ha de ir acompañada por un gran amor a los pobres, en los que se reconoce una presencia privilegiada del Señor.


En la medida en que el contemplativo secular vive en el mundo, tiene que ser signo de las realidades celestiales ante los demás; y la pobreza forma parte de su testimonio. 


No se trata de que haga alarde de nada, pero tampoco de que oculte el tesoro que lleva y cuya presencia se puede descubrir a través de la alegría y la libertad del que es verdaderamente pobre.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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